Vicente Herrera Márquez
Ven, ven como estés,
no importa si has llorado.
Ven, no te preocupes, no me importa tu peinado,
deja el silencio y los muros que te oprimen.
Si hay nudos que no puedes desatar,
corta por lo sano, toma las tijeras, corta lazos,
pues si son firmes en el tiempo se van a mantener.
Trae todo lo que tengas que traer,
no dejes nada que sea pretexto de volver.
Trae tus libros, tus cuadernos y ese diario juvenil.
Trae las palabras que has juntado y has guardado,
también los arrullos maternales y las frases de dolor.
El llanto de noches solitarias y el fuego de noches de pasión.
No deseches alegrías y tampoco las tristezas, tráelas.
No dejes olvidado ningún retazo de recuerdos,
pues serán necesarios e importantes en las horas de vejez.
Recoge todas las esperanzas que por años has guardado
arrumbadas, olvidadas y apiladas por montones,
en los rincones de los cuartos de la casa y de tu mente.
Trae tu salud, tu enfermedad, malestares y tus ganas de vivir.
Trae todo, no olvides nada, todo es necesario en el tiempo,
como sosiego para el cuerpo y alimento para el alma.
No quiero que dejes nada, todo es tu vida y tráelo.
Pero ven, no te detengas, ven pronto y sin mirar atrás.
Mis brazos, mi puerta y el camino de mi viaje, están abiertos para ti.
Te estoy esperando y no te preocupes por todo lo que traes,
pues en mi maleta, además de mi ropa y de mis tiempos,
hay lugar para nuestra historia y espacio para todo tu equipaje.
domingo, 27 de julio de 2008
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