Vicente Herrera Márquez
Soy palabras en el aire y el intruso inoportuno
que seduce con susurros y no entrega corazón.
Soy momentos cada tanto que se suman en presente
que no dejan rastros de pasado ni perfumes de mañana.
Soy caricias que se pierden en el viento, soy un soplo
que ni siquiera puede en el aire un remolino dibujar.
Soy el beso que se esconde a la vuelta de una esquina
sin dejar huellas ni dulzor en una boca de mujer.
Soy la voz que se pierde en el ruido de la calle
suplicando por agua que beber y migas de cariño.
Soy espera de esperanzas y posibles imposibles
que se vale de artilugios para metas alcanzar.
Soy obrero que teje y trepa por andamios de ilusiones
persiguiendo en las cornisas ese sueño tan esquivo.
Soy el iluso navegante que enfila contrario a la corriente
creyéndose el Ulises a quien espera una mujer.
Soy retazos de alegrías que se ahogan en tristeza
cuando escucho oraciones que comienzan con un no.
Soy muy poco de lo mucho que pretendo aparentar
creyendo que mintiendo fácilmente triunfaré.
Soy el analfabeto ávido de letras unidas en palabras
que digan a mis oídos lo que mis ojos quieren ver.
Soy el erudito que exige las reglas del lenguaje
sin saber que en el amor no existe ni el punto ni la coma.
Soy el labriego que siembra surcos y los deja sin regar
ignorando que en un yermo, nada, ni el amor florecerá.
Soy el iluso que cree que una flor por si sola hace amor
sin pensar que sin cariño ni mil rosas lograrlo lo podrán.
Soy el fantasma contrahecho de Don Juanes olvidados
que pretende con poemas sin sentido conquistar.
Soy la mentira que para sobresalir se disfraza de verdad
y acomoda las encuestas de la vida a su antojo por ganar.
También soy un pobre enamorado envuelto en traje de poeta,
que corro contra el tiempo y busco como loco entre la gente
los ojos pintados marrón claro que un día de febrero me miraron
y los labios entregados que con besos en mi boca se quedaron.
Pregunto gritando quien sabe donde esta la dueña de mi amor,
aquella que en las noches, un te quiero con un beso me decía,
la misma que en esencia llegaba y en mi cama se escondía
en noches de invierno buscando calor y regalando su cariño.
Soy un tonto que la busca porque nunca la supe retener,
no me detuve a ver en su mirada las caricias de su alma,
ni a escuchar en sus palabras la verdad que me entregaba.
Tampoco supe leer en sus versos la tristeza y el dolor,
que son sus compañeros inseparables desde siempre
y van a su lado apretando el alma y estrujando el corazón.
Soy todo lo que he dicho y soy un loco poeta enamorado
que la buscaré, gritando su nombre por todos los caminos.
sábado, 1 de noviembre de 2008
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